Según el Atlas de la Federación Internacional de Diabetes (IDF 2025), más del 4,9 % de los adultos ecuatorianos equivalente a más de 550 mil personas viven con diabetes. Sin embargo, la Encuesta Nacional STEPS del Ministerio de Salud Pública (2018) eleva esta cifra a 7,1 %, con otro 7,8 % en estado de prediabetes. Lejos de disminuir, la prevalencia se ha mantenido estable durante la última década, mientras factores como el sobrepeso, la obesidad y la baja actividad física aumentaron tras la pandemia.

El acceso al diagnóstico y tratamiento oportuno continúa siendo uno de los principales desafíos. En el sistema público, la detección suele ser tardía, el abastecimiento de medicamentos incluida la insulina es intermitente, y el acceso a especialistas está concentrado en hospitales de segundo y tercer nivel, con tiempos de espera que pueden superar los tres meses. Estas brechas estructurales agravan la situación de miles de pacientes, especialmente en zonas rurales y en comunidades indígenas y afroecuatorianas, donde los servicios de salud y la educación terapéutica son limitados.
La diabetes también refleja profundas desigualdades sociales. Los estudios muestran una mayor prevalencia en zonas urbanas y entre personas con menores ingresos o nivel educativo. Factores como la inseguridad alimentaria, la adopción de dietas ultra procesadas y la limitada educación sanitaria agravan el riesgo. A ello se suma una carga económica considerable, Ecuador destinó en 2024 más de 280 millones de dólares a la atención de la diabetes y sus complicaciones, mientras que muchas familias gastan hasta el 20 % de su ingreso mensual en medicamentos o insumos esenciales.

Si bien el país ha avanzado con políticas como el etiquetado frontal tipo semáforo y el impuesto a bebidas azucaradas, el experto Fabián Torres, docente de la Facultad de Ciencias de la Salud señala que ¨se requiere fortalecer las medidas fiscales y educativas para reducir el consumo de productos no saludables¨. Asimismo, urge consolidar estrategias sostenidas de prevención y detección temprana en escuelas y comunidades rurales, donde programas como “Ecuador Crece sin Diabetes ni Obesidad” han demostrado resultados positivos, aunque con cobertura aún limitada.
Desde la academia, la UISEK reafirma su compromiso con la salud pública a través de la formación de profesionales con enfoque preventivo, la investigación sobre enfermedades metabólicas y la vinculación con la comunidad mediante brigadas médicas y campañas de detección. “La diabetes no solo se combate en los hospitales, sino también en la educación, la prevención y la conciencia social”, destacó el experto. En el Día Mundial de la Diabetes, la institución invita a fortalecer la acción conjunta entre Estado, academia y sociedad civil para frenar esta epidemia silenciosa que afecta a miles de ecuatorianos.
